Poco tiempo después, una madrugada mientras va por un refrigerio, un niño llamado Jason ve cómo La Cosa ha salido de su envase y pasea por el refrigerador, razón por la cual se niega a comerlo pese a que su familia está cada día más obsesionada con consumir el producto.
Mo inicia una investigación sobre La Cosa poniéndose en contacto con Nicole Kendall, creadora de la campaña publicitaria que hizo famoso el producto, para intentar sacar información, aunque rápidamente ambos se sienten atraídos y comienzan una relación.
Mo contacta a Vickers, encargado del departamento alimentario que aprobó la comercialización de La Cosa y, haciéndose pasar por reportero, lo interroga respecto a la receta y la forma en que consiguió tan rápido su aprobación.
Finalmente consiguen huir por los pelos y deciden separarse, yendo Charlie por encargo de Mo a alertar al FBI.
Aunque por el camino trabajadores de la empresa intentan asesinar a Mo, este consigue llegar sano y salvo.
Fletcher reconoce estar enterado de la naturaleza real del producto, pero asegura no consumirlo y además le ofrece una enorme suma de dinero y un contrato para que trabaje para él.
Mo se entera de Jason por las noticias y, deseando entrevistarlo, viaja hasta su ciudad.
Conscientes que todo el sector debe estar habitado por gente poseída por La Cosa, Mo decide acudir con el coronel Spears, un militar retirado famoso por ser un obseso de las conspiraciones, racista y ultraconservador de derecha que odia a Mo porque este destruyó su carrera.
Cohen fue particularmente influenciado por «el gran volumen de comida chatarra que consumimos todos los días.
Cohen utilizó miniaturas, maquetas y animaciones de stop motion para crear el monstruo como había hecho anteriormente en su película Q.
Otras tomas, como las del lago gigante de La Cosa, usaron imágenes superpuestas y animación.
Cuando las tomas fueron entregadas, Cohen no estaba satisfecho con las construcciones de las fábricas explotando[2] y pagó solamente la mitad (c $ 8,000) del precio acordado.