Su misión es disuadir y hallarse presente en una zona que se sabe patrullada por unidades submarinas soviéticas.
El capitán Findlander es un guerrero obcecado e intransigente que determina aplicar todas la reglas sobre el supuesto invasor.
Finalmente el submarino ruso, que Findlander supone es el Gran Rojo, es llevado a aguas internacionales.
Se intenta desesperadamente desarmar la ojiva, pero el proyectil cae al agua y estalla.
Finlander queda estupefacto, ya que no esperaba una respuesta agresora, y se limita a ordenar un cambio de rumbo.