James mostró interés por conocer el contenido de estas cartas, pero la condesa se negó en redondo a permitirle leerlas.
Al fallecer la anciana, la sobrina le propuso entregarle las cartas a condición de que se casase con ella.
James altera algunos detalles de la historia: inventa, por ejemplo, al poeta romántico ficticio Jeffrey Aspern, estadounidense, y atribuye la misma nacionalidad a las señoritas Bordereau.
La historia es narrada en primera persona por su protagonista -cuyo nombre no se revela nunca en el texto-, un crítico literario que viaja a Venecia en busca de las cartas que su admirado poeta Jeffrey Aspern escribió a su musa, Juliana Bordereau.
Dado que su compañero John Cumnor había obtenido una rotunda negativa como respuesta a su oferta de comprar las cartas a la anciana señorita Bordereau, el narrador se propone ganarse su confianza, ocultando sus verdaderos motivos, para posteriormente negociar la adquisición de los papeles.
Para ello, se hospeda en el viejo palazzo en el que habitan Juliana y su sobrina (tal vez sobrina nieta) Tita (en las últimas ediciones aparece como Tina), quienes le aceptan como huésped a cambio de una gran cantidad de dinero.
El narrador se introduce subrepticiamente en la habitación de la anciana, quien lo descubre, lo increpa y queda inconsciente.