No es claramente conocido el origen concreto ni quienes fueron los primeros interesados en el mantenimiento, disfrute y observación de animales en terrarios, si bien no es una actividad en absoluto nueva y probablemente tenga ya varios siglos de antigüedad.
Remontándonos un poco más en la historia humana, en torno al siglo V a. C. incluso podemos encontrar escritos de Heródoto[3] en los que se relata como los cocodrilos del Nilo eran adorados, cuidados y alimentados en estanques y templos egipcios.
Las medias verdades y creencias populares abundan también el hobby del terrario[5] [..]es fundamental el entendimiento de todos los factores que influyen en las criaturas y en su entorno antes de adentrarse en este mundo.
En principio se comercia tanto con especímenes muertos, disecados, o partes de estos, como con animales vivos, normalmente estos para venderlos como mascotas exóticas o exhibirlos en exposiciones comprándolos a bajos precios en su origen pero acrecentándose considerable e incluso exorbitadamente su valor monetario al llegar a su destino de venta.
Sin embargo cabe añadir, que no sólo la captura, exportación e importación de fauna es uno de los principales problemas desencadenados por y a los que se enfrenta la terrariofilia actual: las importaciones legales de fauna capturada a otros países a menudo se convierten en movimientos masivos de animales, generalmente trasportados en condiciones no controladas por ningún organismo gubernamental y con formas poco éticas y crueles: sin apenas espacio, agua ni comida durante largos trayectos hasta llegar a su destino, tras lo cual se calcula que cerca del 80% de estos animales no sobrevive al viaje ni a los primeros días de su siguiente distribución; es más, sólo un 5% de los supervivientes restantes sobrevive posteriormente a su siguiente año en cautividad tras ser vendidos en un comercio al público.