Este movimiento se enfocó en rearticular los modos de producción y de exhibición del cine e innovar el lenguaje cinematográfico, además buscaba crear un cine político que tomara en cuenta cuestiones sociales del momento y que rompiera de manera radical con la pasividad del espectador.
[3] A finales de la década de 1940, la aparición de cámaras menos pesadas y costosas, hizo que muchos cineastas latinoamericanos empezaran a trabajar fuera de estudios: La escalinata (César Enríquez, Venezuela, 1950), Reverón (Margot Benacerraf, Venezuela 1952) Agulha no Palheiro (Aguja en el pajar; Alex Viany, Brasil, 1953), Rua sem Sol (Calle sin sol; Alex Viany, Brasil, 1954), Rio, 40 Graus (Nelson Pereira Dos Santos, Brasil, 1955), O Grande Momento (El gran momento; Roberto Santos, Brasil, 1958), El mégano (Julio García Espinosa y Tomás Gutiérrez Alea, Cuba, 1955), Tire dié (Fernando Birri, Argentina, 1958/1960), Un vintén p’al Judas (Ugo Ulive, Uruguay, 1959), Crónica cubana (Ugo Ulive, Cuba, 1963) y Raíces de piedra (José María Arzuaga, Colombia, 1962), entre otros.
Esta época estuvo protagonizada por múltiples confrontaciones internacionales a la par que se creaba una verdadera conciencia entre los individuos, quienes de forma más regular protestaron contra las acciones de los grupos en el poder, como sus gobernantes por ejemplo.
De igual forma atravesaron por la descolonización Samoa, Argelia, Jamaica y Uganda cuando se liberaron del Reino Unido.
En 1969 apareció el artículo titulado Hacia un tercer cine, escrito por Fernando Solanas y Octavio Getino, el cual fue publicado en la revista Tricontinental editada en La Habana, Cuba, en el cual se proponía la definición de Tercer Cine apuntando que En marzo de ese mismo año, apareció por primera vez una referencia al Tercer Cine.
Sin embargo, su carácter individualista no le permitió llegar a ser un verdadero descolonizador cultural.
En este sentido, primero está el compromiso y la honestidad antes que la ambición comercial.
Entre los más importantes tenemos en 1965 Estetica da Fome del brasileño Glauber Rocha, en 1969 Hacia un Tercer Cine cuyos autores fueron los argentinos Fernando Solanas y Octavio Getino, y Por un cine imperfecto del cubano Julio García Espinosa.
El movimiento del Tercer Cine incorporó a un conjunto de asociaciones en los países latinoamericanos siendo el más destacado el conocido como Grupo Cine Liberación en Argentina representado por Octavio Getino, Fernando Solanas y Gerardo Vallejo, quienes en sus films testimoniaron la realidad del país, incorporando la perspectiva del revisionismo histórico y centrando su atención en la clase obrera afiliada al peronismo como factor central en la trasformación revolucionaria de la sociedad argentina.
Otra asociación de importancia fue el Grupo Ukamau, que en idioma aymará quiere decir “así son las cosas”.
Este grupo se desarrolló en Bolivia a principios de la década de los sesenta y estuvo conformado por Jorge Sanjinés, Óscar Soria y Ricardo Rada, cuyo objetivo era realizar un cine auténtico, que no se hiciera con la pretensión de obtener un beneficio económico, sino que mostrara la realidad de la sociedad boliviana, descubriendo su fisonomía como país, denunciando la descomposición social que se vivía en esa región causada por el Estado.
Entre los realizadores más importantes del cine cubano tenemos a Tomás Gutiérrez Alea, Julio García Espinosa, Humberto Solás y Santiago Álvarez.