Teoría de la utilidad esperada

La hipótesis fue inicialmente planteada por Daniel Bernoulli en 1738 a través del concepto de esperanza moral.

Antes del siglo  XVIII, se creía que las decisiones con incertidumbre se determinaban en función al valor esperado de las loterías (que solo toma en cuenta el valor numérico de las consecuencias y sus respectivas probabilidades).

Para Bernoulli, escoger una opción según su valor esperado no era racional porque en ese caso los individuos apostarían todo (véase paradoja de San Petersburgo).

Ejemplo: María se encuentra en la selva y debe decidir qué ruta seguir para no perderse.

Por tanto, María prefiere continuar por el sendero (C) (En este ejemplo, las preferencias son completas porque están definidas sobre todas las opciones posibles y María es capaz de decidir entre A, B y C) Ejemplo: Juan se encuentra en un casino y debe decidir entre jugar al póker con un 60% de probabilidades de ganar (A), al blackjack con un 50% (B) o la ruleta con un 40% (C).

En una lotería simple, cada consecuencia es un resultado final y las probabilidades solo dependen de una variable aleatoria.

Por ejemplo, en un juego de dados, este se tira y si el número es menor que 4, pierde.

La teoría de la utilidad esperada intenta explicar qué decisiones son óptimas bajo incertidumbre.

El trabajo de Daniel Kahneman y Amos Tversky ha desarrollado explicaciones a supuestos donde los individuos violan los axiomas de la utilidad esperada, entre ellos: El Efecto Framing demuestra que los individuos pueden cambiar sus decisiones según cómo se enuncien las loterías.

Por el contrario, según el efecto certeza “a resultados casi ciertos se les de un valor del que su probabilidad justificaría”.

Gráfica de la utilidad de Bernoulli.