Aunque los primeros años los vivieron junto a los padres de Teodora, tiempo después se trasladan a una aldea lejana, en la que tiempo después, no teniendo hijos, toman la decisión de dedicar cada uno su vida al servicio en algún monasterio.
Sin embargo, Teodora escapa a las montañas de Buzau con su mentora espiritual, la "stáretsa" Paisia.
No encontrando un lugar apropiado para ella, se dirige al área de Sihla, en donde, en una cueva, conoce a un anciano asceta, quien sin conocerla la llama por su nombre para ofrecerle aquel lugar como celda de retiro.
Tiempo después, éstos relataron que vieron a la Santa levitando y con un rostro completamente luminoso.
Durante aproximadamente diez años vive Eleuterio en aquel lugar, orando, ayunando y sirviendo en la Liturgia del Monasterio Sihastria, en cuyo cementerio es enterrado al morir.