Temperatura efectiva

La emisividad neta puede ser baja debido a las propiedades superficiales o atmosféricas, incluido el efecto invernadero.

Esta es mucho más baja, en comparación, con las temperaturas que se alcanzan en el núcleo, fuente generadora de la energía que radia la estrella, así mismo también es superada por la Ley enrarecida corona donde el tenue gas ionizado se mueve a altísimas velocidades impulsado por el campo magnético estelar y las ondas de choque convectivas.

Esta temperatura está relacionada con la luminosidad y con el radio de la estrella mediante la ecuación: Una estrella roja podría corresponder a una diminuta y débil enana roja o a una expandida gigante roja o incluso a una supergigante como Antares o Betelgeuse.

Una estrella cercana a la zona media del espectro como nuestro modesto Sol o la gigante Capella radian más calor por unidad de superficie que las enanas rojas o las supergigantes rojas pero mucho menos que las estrellas blancas y azules como Vega o Rigel.

En climatización la temperatura efectiva o temperatura efectiva nueva es un índice de sensación térmica que se define como la temperatura seca del aire de un recinto similar al problema, con un 50 % de humedad relativa, velocidad del aire de unos 0,20 m/s y paramentos a la misma temperatura del aire, que produjera la misma sensación térmica que el recinto problema a iguales actividad e indumentaria, Engloba los parámetros de temperatura seca, temperatura radiante media y presión parcial del vapor de agua en el aire.

La temperatura efectiva del Sol (5777 kelvin s) es la temperatura que debe tener un cuerpo negro del mismo tamaño para obtener la misma potencia emisiva total.