Este término se emplea principalmente en casos de enfermedades que tienen un mal pronóstico por ocasionar una elevada mortalidad en un período determinado, como ocurre en el caso del cáncer.
Debido a que las tasas a cinco años se basan en pacientes diagnosticados e inicialmente tratados hace más de cinco años, es probable que ya no sean correctas en la actualidad.
Las mejoras en los tratamientos con frecuencia dan como resultado un pronóstico más favorable para pacientes diagnosticados recientemente.
Esto permite comparar tasas de supervivencia entre distintos países y es la utilizada en grandes bases de datos multinacionales, como SEER en EE. UU.
Su estimación requiere disponer de las tablas de vida de la población correspondiente, y su interpretación se aproxima más a la supervivencia global que a la específica.