Susana Thénon

Esto implicó una apertura hacia la comunidad poética, una de las pocas incursiones que tendrá en su vida, y la participación en otras publicaciones especializadas.

Sin embargo, a diferencia de Alejandra Pizarnik, quien entabló relaciones personales con varias eminencias literarias —como Octavio Paz o Julio Cortázar— Thenón siempre fue más refractaria a los ambientes literarios de su época.

[6]​[7]​[8]​ La creación poética de Susana Thénon está marcada por dos aspectos centrales, primero la evolución de una temática en su poesía, desde el primer libro publicado hasta el último y segundo, el juego con el lenguaje, que desemboca en la imposibilidad del mismo.

[10]​ En su primer libro, Edad sin tregua (1958), es posible visualizar el primer atisbo que marcaría su propuesta: el sujeto poético anegado del poema, una escritura desde lo marginal, donde para el hablante lírico resulta difícil encontrar un espacio en el texto donde asentarse y siempre se pronuncia desde la periferia.

Algo similar ocurre en Habitante de la nada (1959), de hecho el título refiere a este hablante que no pertenece a ningún sitio, que se encuentra fuera del poema, desvanecido cada vez más.

Finalmente, donde revienta la idea latente de la destrucción del sujeto poético, es en su último libro Ova completa (1987), donde utiliza el yo poético como mecanismo risible en sus poemas, lo anula a través del uso de la ironía.