Sí conseguía hacerse influyente, podría vengarse del abusador terrateniente, ya que se suponía que la amputación le aseguraría un futuro mejor, siendo los eunucos los únicos que podían trabajar al servicio personal del emperador y su familia porque al no poder procrear, no estarían tentados de tomar el poder para fundar una dinastía.
Sin embargo, el último emperador de China, Puyi, fue depuesto solo unos meses después.
[4] Para entonces Sun Yaotin ya era asistente de la emperatriz, y siguió a la familia imperial a Manchuria cuando los japoneses colocaron al último emperador chino en el trono del estado títere de Manchukuo.
De hecho, era tradicional entre los eunucos conservarlos para ser enterrados con ellos y así poder reencarnarse como un hombre completo; apesadumbrado, dijo al respecto: “Cuando muera, volveré como un gato o como un perro”.
Durante toda su larga vida, nunca dejó de deplorar la caída del sistema imperial al que se mantuvo fiel a pesar de todo.