El condenado podía cualificar mediante una demostración excepcional del valor en combate o servicio, su dignidad para volver a las filas regulares; o bien ser enviados a campos de concentración, ejecutando la sentencia original.El armamento entregado era el más obsoleto o, simplemente estaban desarmados, y su entrenamiento en combate era muy elemental.A estas personas, que se estima fueron unas 8.000, el régimen les prometía la extinción de sus culpas y ser reincorporados sin tacha a la sociedad alemana, o de lo contrario ser procesados ejecutando las sentencias que se habían dictado contra ellos.Las Waffen-SS también crearon sus propias unidades penales, una de estas unidades que se destacaron por su crueldad fue el SS-Fallschirmjäger-Bataillon 500, y en especial la infamada Unidad especial SS "Dirlewanger" que operó cometiendo mayúsculos crímenes de Lesa humanidad en Bielorrusia y Polonia.[5] Himmler también permitió formar brigadas de castigo con soviéticos anticomunistas capturados y miembros cosacos del Frente oriental agrupados en el autoproclamado Ejército de Liberación Nacional Ruso (RONA), unidad en la que se destacó nefastamente la Brigada Kaminski durante sus operaciones en Polonia.
Los oficiales y soldados de los
Strafbataillon
eran marcados con un triángulo rojo para señalar que pertenecían a una unidad de castigo.