Sor Ana de la Trinidad

Las monjas de Calahorra, estando avisadas, enviaron personal a Herce para que la acompañaran en el viaje.Ese mismo año, sus padres acabaron cediendo y pudo ingresar en el Carmelo de Calahorra a los 24 años.Así, la de sor Ana de la Trinidad es una poesía puramente íntima (llega a incluir datos autobiograficos, algo extraordinario para la poesía mística de su tiempo) que refleja el vivir desviviéndose teresiano, el desasosiego existencial del ser humano que busca lo divino, el desgarro de la lucha entre lo divino (real, espiritual, amado; habitualmente recogido en el primer cuarteto) y lo humano (aparente, carnal, odiado; segundo cuarteto) mediante antítesis, oposiciones y paradojas.Por otra parte, sus sonetos, también son muestra del pensamiento teresiano que defiende la contemplación tranquila y el abrirse a Dios (cuyo encuentro se busca y ansía) en la oración callada propios de la vía iluminativa, igualmente son una oda a la humildad vencedora de la soberbia.Piadosa fuerza, vencimiento blando, embebimiento y música süave, licor precioso, gusto que a Dios sabe, gloria insufrible, favorable mando,silencio y pausa, luz, transcendimiento: ¿a quién iré que tus efectos hable, oh, dulce sueño, donde me recuerdo?Supone la confirmación de Dios como único deseo y supremo bien para el yo poético.Lluevan tormentos, penas y temores, y cúbrame el diluvio de esta vida, que la llama que en mi alma está prendida no podran apagarla mis dolores.[...] que no me podré hallar en esta sierra siendo mi amada patria el alto cieloHallo mi navecilla sumergida, y si la orilla busco, más me hundo, que no hay lenguaje o nombres en el mundo a que compare cosa tan subida.
Portada y parte del Arco de las monjas del monasterio de HH. Carmelitas Descalzas de San José de Calahorra donde escribió y vivió sus doce últimos años
Cristo Atado a la Columna de Gregorio Fernández en el monasterio calagurritano
Soneto 17 manuscrito