Socialización de la economía

Esta propuesta estuvo inspirada en el socialismo utópico, la democratización interna del lugar de trabajo y en las teorías fascistas mistificadoras del trabajo físico (el "populismo obrerista"), de corte corporativista.

La socialización fascista nunca pudo llevarse a la realidad, pues la República Social Italiana era un régimen totalmente dependiente del Tercer Reich y las autoridades nazis impusieron que la economía del norte de Italia se concentrase solo en la producción industrial y agrícola en beneficio del esfuerzo bélico alemán, rechazando cualquier proyecto económico que dificultase esta meta o significara un obstáculo a los objetivos alemanes.

El propio Duce tampoco tenía poder para imponer tales normas a sus aliados, de quienes dependía.

La socialización preconizada por Mussolini era inaceptable para los alemanes también porque implicaba distraer tiempo y recursos para un experimento económico en un momento difícil de la Segunda Guerra Mundial, cuando el Tercer Reich ya luchaba en evidente desventaja contra sus enemigos.

La impotencia de Mussolini para ejecutar seriamente la "socialización" y la dependencia del régimen respecto al aparato militar y policial nazi causaron un amplísimo escepticismo entre las masas italianas respecto a esta nueva política.