El ataque, encuadrado en la Operación Libertad Duradera, se saldó con un éxito rotundo.
[1] Yemen comunicó posteriormente el hecho de que la carga les pertenecía y protestó contra la intercepción, ordenando los Estados Unidos su devolución.
Sin embargo, la respuesta del capitán fue muda, así que se puso en marcha una fase disuasoria que la diplomacia en alta mar obligó a prolongar, en este caso, durante unas tres horas y media.
La última transmisión por radio al mercante se realizó para advertirles que el buque iba a ser abordado y que nadie debería asomarse por las ventanas y escotillas.
Se desconoce el destino de esos quince misiles que fueron confiscados brevemente.