Tras el primer sitio, las fuerzas mandadas por el hermano de Palafox persiguieron al enemigo hasta Navarra, donde se incorporaron a las fuerzas de otras juntas regionales en su persecución del enemigo francés.
Se tomaron también medidas para garantizar la higiene y alejar el riesgo de epidemia que acompaña a los asedios, pero no se pudo evitar un brote de tifus que se cobró, entre otras, la vida del cabecilla Jorge Ibor y Casamayor, el "Tío Jorge", que había sido un líder clave en la deposición de Guillelmi.
El ejército español, inferior a las más experimentadas tropas francesas, fue rechazado sucesivamente en las batallas de Espinosa y Tudela.
Simultáneamente, y en la más pura ortodoxia militar, avanzaron con trincheras paralelas a las defensas de la ciudad.
En San José, Santa Engracia y los alrededores de la Aljafería se combatió entonces con denuedo.
Los avances franceses se convirtieron en costosos, y los contraataques del General O'Neylle lograban recuperar parte de lo perdido.
Los puestos avanzados establecidos el 28 de enero por un asalto general se fueron ampliando en lentos y meticulosos combates.
[6] El futuro mariscal Bugeaud, entonces teniente, define este sitio de una forma particular:
[8] En cuanto a la artillería, el general Dedon coloca varios morteros pequeños de seis pulgadas para transportarlos fácilmente donde sea necesario.
Además, este general establece piezas de doce, cuatro y obuses en varias calles.
Los soldados franceses, sin embargo, se quejan del asedio y sus pérdidas; Lannes les señala la debilidad de los españoles, obligados, incluso estando en superioridad numérica, a encerrarse.
[15] Lannes, agotado, espera ansiosamente la orden que le permitirá regresar a Francia, dejando al gobierno de Aragón a Suchet, que también recibe el mando del tercer cuerpo en lugar de Junot.