Sirenuca

Pese a hacerlo su madre siempre se permanecía preocupada hasta su llegada, conocedora del riesgo que corría y aconsejándole a esta que al menos mariscara con el resto de mariscadores; consejo el cual la joven no aprobaba.Esto, lo cual se daba de forma continua, hartó a su madre la cual, lejos de desear lo que luego sucedió, le dijo a su hija a modo de regañina: “Así permita el Dios del cielo que te vuelvas pez” Fue así que la siguiente vez que la joven fue a marisquear por su cuenta en los acantilados se le cayó el espejo de nácar; intentó entonces recuperarlo agachándose, pero perdiendo el equilibrio acabó en el agua.De esta forma, y como castigo divino por haber evitado hacer sus tareas, la muchacha se convirtió en sirenuca.Sucedió un día que un pescador por accidente atrapó en su red a la sirenuca y viendo que esta pesaba mucho la subió a la barca, una vez hecho esta como hipnotizado por la belleza de la joven el pescador no se resistió a besarla, rompiendo así el castigo de la joven la cual recuperó sus piernas y terminó casándose con el pescador.Sin embargo y pese haber recuperado su forma humana, la joven era infeliz pues añoraba el mar e ir a los acantilados dónde se sentía libre y cantaba, fue así que retomó dicha costumbre y en cierta ocasión volvió a divisar entre las aguas el espejo de nácar que antaño había perdido, queriendo recuperarlo se precipitó al agua, de forma que volvió a convertirse en sirenuca, esta vez para siempre.
Acantilados de Castro-Urdiales.