Sinfonías de Ludwig van Beethoven

Existe controversia sobre la existencia de una Décima sinfonía, en la que estaría trabajando Beethoven cuando falleció.

Beethoven había cumplido los treinta años de edad cuando presentó su Primera sinfonía (op.

En 1803, el músico de Bonn dio a conocer la Segunda sinfonía, en re mayor (op.

Beethoven reemplazó el minueto estándar por un scherzo,[b]​ más rítmico y dinámico.

La influencia haydniana se deja sentir en estas dos composiciones de juventud: ambas tienen introducciones lentas y la orquesta es totalmente clásica.

Dos años más tarde, Beethoven rompió todos los moldes clásicos con su Tercera sinfonía en mi♭ mayor (Op.

Del segundo movimiento, una «Marcha fúnebre» (Adagio assai), el biógrafo Anton Felix Schindler afirmó que, al enterarse de la muerte de Napoleón, Beethoven comentó en tono sarcástico «Yo ya compuse la música para esta triste catástrofe».

Indudablemente, el maestro alemán muestra con la Séptima su más grandioso concepto de la introducción (Poco sostenuto, pide la partitura).

Richard Wagner, otro ferviente beethoveniano, calificó a la Séptima como «la apoteosis de la danza»[4]​ por su implacable ritmo dancístico y notable lirismo, particularmente hondo en su célebre segundo movimiento, Allegretto —que tuvo que ser repetido a petición del público en su estreno—, dominado por un ostinato de seis notas.

[5]​ La Octava, con su larga y alegre coda, parece un grato adiós al mundo clásico.

En 1824, por último, Beethoven se consagra como el gran anunciador de un nuevo lenguaje con su Novena sinfonía «Coral» (Op. 125).

Según afirmó su amigo Karl Holz, Beethoven se encontraba trabajando en una Décima sinfonía, cuando falleció, de la cual llegó a tocar ante él unos compases al piano.

El fragmento constaba de una introducción en mi♭ seguida por un contundente allegro en do menor.

Partiendo de esa escueta descripción, el musicólogo británico Barry Cooper indagó en los últimos esbozos beethovenianos.

Beethoven en 1801, cuando tenía treinta años de edad. En esa época presentó su Primera sinfonía (op. 21), fascinando a sus contemporáneos por su frescura y originalidad.
Portada de la Quinta sinfonía , perteneciente a la primera edición de Breitkopf und Härtel .