Contaba además con un editor que rápidamente publicó sus obras y otros artistas igualmente predispuestos a interpretarlas.
Fue un rotundo fracaso debido a varios motivos: Glazunov dirigió pésimamente; hizo cortes en la partitura y varios cambios en la orquestación; y algunos asistentes al concierto sugirieron al acabar la obra que el director parecía estar borracho.
Además, al ser una obra escrita en un estilo moderno para la época, no fue del gusto de los asistentes, especialmente los miembros del Círculo Beliáyev; que la consideraron ofensiva debido al uso progresista de la forma sinfónica y por no seguir el preferido estilo académico del círculo de San Petersburgo liderado por Rimski-Kórsakov, el cual los compositores jóvenes debían seguir si esperaban tener alguna oportunidad en su carrera.
En ella dos elementos temáticos son expuestos que constituirán el material cíclico para toda la pieza: una célula de una nota precedida por un grupeto y un tema derivado del Dies irae, un canto llano medieval.
Este último será el tema dominante del Allegro, desarrollado y enriquecido por unas figuras orquestales basadas en Chaikovski.
Se trata de un fantasioso scherzo que también comienza con la célula-grupeto así como con reminiscencias del Dies irae, al menos sus primeras notas.
En la parte central la célula-grupeto vuelve, dando nacimiento a un nuevo tema que repite un violín solo durante algunos compases, confiriéndole un aire zíngaro.
El clarinete canta una melodía sencilla y dulce, pero en medio reaparecen algunas nubes con las sombrías armonías de las trompas con sordina.
Una pasaje calmado con anima responde con una melodía de los violines que se eleva rápidamente hasta el extremo agudo.
[15] El compositor Robert Simpson, consideró la Primera Sinfonía de Rajmáninov tan superior como las dos que le siguieron, pensando que había sido creada «con naturalidad y sin presión» en general y con los cuatro movimientos «integrados temáticamente con originalidad».
Aunque Rajmáninov suele reducir el tempo del segundo tema del primer movimiento (una costumbre que, según Simpson, se agravaría hasta el final de su carrera), mantiene un rígido control en la música, sin dejar que nada se le vaya de las manos.
[17] Al hacer esto, Rajmáninov emplea relativamente poco material musical para una composición de tal envergadura, combinando los cuatro movimientos con muchas metamorfosis temáticas y reminiscencias más evidentes.
Sin embargo, una interpretación atenta puede ayudar a minimizar los posibles errores que haya en la orquestación y clarificarla, haciendo de la sinfonía la declaración musical más oscura, vigorosa y entusiasta que Rajmáninov nunca hubiera podido pretender en un principio.
Debería haber advertido que tardó demasiado tiempo, incluso para una de sus obras, en obtener una interpretación.
Tras escuchar la sinfonía en los ensayos, le dijo a Rajmáninov, «Perdóname, pero no estoy del todo conforme con esta música».
[24] Los comentarios de Rimski sobre las primeras apariciones del Glazunov se habrían ajustado también a esta ocasión: «Lento por naturaleza, torpe y de patosos movimientos, el maestro, hablando lentamente y con voz baja, manifestó tener poca habilidad tanto durante los ensayos o para influir en la orquesta durante los conciertos».
[24] No solo Glazunov dirigió mal durante los ensayos de la primera sinfonía, sino que también hizo cortes en la partitura y varios cambios en la orquestación.
El director Aleksandr Khessin, quien asistió al estreno, dijo al recordarlo: «La sinfonía no fue ensayada lo suficiente, la orquesta estaba descompensada, faltaba estabilidad en los tempos, algunos errores en las partes orquestales no fueron corregidos; pero lo que más contribuyó a arruinar la obra fue la interpretación flemática, carente de vida, superficial y floja, sin pasión, entusiasmo o brillantez en el sonido orquestal».
[28] Además, Natalia Satina, la futura mujer del maestro ruso y otros testigos, sugerirían tiempo después, que al acabar la obra, Glazunov parecía estar borracho en el podio.
Aquellos que se oponían al Círculo Beliáyev no tardaron en darse cuenta de esta tendencia.
[39] Los críticos más partidistas siguieron con el ataque, con Cui liderando la carga: Cui le comentó a Rajmáninov lo más cercano a un cumplido, escribiendo, «el señor Rajmáninov evita lo banal y probablemente se siente fuerte y profundo e intenta expresar estos sentimientos mediante nuevas formas».
Sin embargo, este comentario pronto fue ocultado por los escritos de los demás críticos y provocó que nadie la tuviera en cuenta.
Pasé horas angustiosas dubitativo, pensando profundamente, y llegué a la conclusión que debería dejar de componer».
[43] Sin embargo, los comentarios del compositor dirigidos a Zatayevich parecen considerablemente más racionales, incluso lógicos.
Tampoco la prensa se había mostrado desfavorable del todo hacía la sinfonía (véase supra).
[45] A. L. era Anna Lodïzhenskaya, una bella gitana, esposa de su amigo Peter Lodïzhensky, a quien también le dedicó el Caprice Bohémien.
Si Rajmáninov la consideraba como un capricho o algo más serio no se puede saber, ni la conexión entre ellos dos y Anna Karanina, o entre la cita bíblica y los cantos religiosos que proporcionan la base para el material temático de la sinfonía.
[44] Cuando empezaron a manifestarse los primeros síntomas del colapso nervioso, Rajmáninov quedó totalmente destrozado.
Escribió a su colega del Conservatorio Nikita Morozov que la sinfonía era una de sus primeras tres obras compuestas que le gustaría ver en una «forma corregida y decente» (Las otras dos eran el Concierto para piano n.º 1 y el Capricho Bohemio).
Cabe decir que, comparado con lo que sucedió en el estreno de 1897, hicieron falta siete ensayos para preparar la obra para la audición inicial en América, aun cuando tanto Ormandy como la Orquesta de Filadelfia estaban familiarizados con el estilo del compositor.