Hasta el siglo XIII d. C. no suelen llevar los documentos reales clara firma del nombre de quien los otorga pues generalmente se representa la firma con monogramas o simples signos, hechos por el secretario y aun en los demás documentos es raro hallar firmas propiamente dichas con anterioridad al siglo XII d. C..En España, se adoptó la firma autógrafa de los reyes desde Sancho IV (1284).En las actas notariales se ponía siempre la firma autógrafa del notario desde mucho antes.Pero siempre en forma sencilla hasta el siglo XIII d. C. en que la secularización del cargo del notario trajo mayor ampulosidad a la firma y el signo.En los documentos de Alfonso X, empezaron a iluminarse dichos signos con variados colores y en los de Pedro I tomaron proporciones colosales, llegando a exceder su diámetro en documentos solemnes hasta los veinte centímetros.