Sirvió en la Armada Imperial Japonesa durante la Segunda Guerra Mundial.
El Shimakaze fue el destructor más potente de la Segunda Guerra Mundial, no solo por su potente artillería y enorme velocidad, que pocos destructores podían igualar, sino por su impresionante batería de quince torpedos, sin igual en ningún otro destructor.
Cuando finalmente se hizo a la mar y empezaron sus pruebas, superó las expectativas del diseño, alcanzando una potencia de casi 80 000 HP y una velocidad de 40,9 nudos.
Por desgracia, los otros 16 miembros de su clase previstos fueron eliminados debido al negativo desarrollo de la guerra para Japón, y el enorme coste de producir este tipo de destructor.
Debido al retraso en su construcción, el Shimakaze se benefició al emplear los mejores elementos que la Armada Imperial Japonesa podía equipar en un buque, incluyendo el modelo más avanzado de radar.