Entre los artistas que abandonaron Florencia en octubre de 1480 se encontraban Sandro Botticelli, Domenico Ghirlandaio y Cosimo Rosselli, que se unieron a Perugino, florentino "por adopción", probablemente ya en Roma.
[1] Los trabajos se desarrollaron rápidamente y el grupo de los primeros florentinos, a los que se unió poco después Luca Signorelli debió terminar la decoración del registro medio y superior de la capilla en 1482.
Esto fue particularmente agradable para el Papa, quien, entendiendo poco de arte, evidentemente prefirió lo llamativo a lo bello, otorgándole una mayor recompensa material sobre el resto de artistas.
[5] Entre los pájaros que se representan en este fresco la perdiz, ave engañadora, o sea el diablo, es atacada por un halcón, figura del padre espiritual.
[6] Este simbolismo de animales y naturaleza es un tema vinculado a reminiscencias del gótico tardío, tratado por pintores florentinos como Benozzo Gozzoli.