La segunda de estas guerras tuvo lugar entre el rey Mitrídates VI y el general Lucio Licinio Murena.
Murena se quedó en Asia al mando de dos legiones que durante la guerra habían formado parte del contingente dirigido por Cayo Flavio Fimbria.
Murena acusó a Mitrídates de estar rearmando sus ejércitos e invadió el Ponto.
Cuando fue derrotado por Mitrídates, Murena decidió que lo más sabio era obedecer las órdenes de Sila y dejar al rey y su reino en paz.
Pese a ello posteriormente tuvo lugar la tercera guerra mitridática.