La historia de la Segunda República española en Cantabria puede sintetizarse brevemente en el siguiente esquema de tendencias y tensiones que desembocaron en la guerra civil española: En Cantabria, todas estas tendencias y tensiones fueron vividas intensamente desde la implantación del régimen republicano hasta su final, aunque la violencia política no llegó a tener episodios tan violentos como los de otras regiones.
[1] Sin embargo, durante la dramática primavera de 1936, las tensiones se hicieron más duras y los enfrentamientos fueron a veces sangrientos.
[2] En Cantabria, la organización de las fuerzas opuestas a la orientación ideológica que el régimen republicano asume desde el primer momento, fue rápida.
Dos meses después de la proclamación de la República ya hay en Cantabria una nueva derecha organizada, en condiciones para presentarse a unas elecciones para las Cortes Constituyentes, consiguiendo los dos diputados que correspondían a las minorías.
La consolidación de esta derecha, muy distinta en muchos aspectos a la tradicional del régimen monárquico, fue rápida.
En 1932 hay ya dos focos considerables de reclutamiento y de influencia derechista en la capital, que pronto extienden su influencia a otras localidades como Torrelavega, Reinosa, etcétera: La Agrupación Regional Independiente, en la que fue siempre considerable la influencia del diputado Pedro Sainz Rodríguez, de declarada tendencia monárquica, y el Centro Tradicionalista, en el que comienza a destacar la figura joven de José Luis Zamarillo.
La derecha (monárquicos, seguidores de Gil-Robles o tradicionalistas) es, sin duda, la principal fuerza política de Cantabria gracias a su cohesión, inspirada en la beligerancia contra la ideología del régimen.
La Iglesia y organizaciones como la Acción Católica contribuyeron decisivamente a esta cohesión.
A partir de estas fechas es frecuente que en reuniones, escritos y mítines, los responsables del socialismo cántabro expresen su preocupación por el daño que el partido pueda sufrir ante la opinión obrera por su colaboración activa con la burguesía republicana, sobre todo a nivel ministerial.
En cualquier caso, el PSOE de Cantabria nunca se sintió inquieto durante los años de la República por la competencia posible con otros partidos obreros, como los anarquistas o los comunistas, que fueron siempre fuerzas mínimas en Cantabria.
Casi todos los partidos republicanos de ámbito nacional estuvieron representados en Cantabria durante la Segunda República.
Los partidos Republicanos ocupan en Cantabria una franja relativamente apreciable, pues se puede evaluar en un 20% del electorado, entre la derecha hostil al régimen y la izquierda obrera, representada casi en exclusiva por el Partido Socialista Obrero Español.
En octubre de 1934 hay ya algunos grupos organizados en la capital, que pronto se extienden, siempre en número muy reducido a otras localidades.
[4] Enfrentados en lucha armada con los sectores más radicalizados de las Juventudes Socialistas, federales o libertarias, los falangistas han elegido ya, como aquellos, el camino que acabará fatalmente con las posibilidades de convivencia pacífica en España.
En esas elecciones municipales, la situación electoralmente más interesante correspondió a la capital, donde las gestiones para la formación de las candidaturas comenzaron muy pronto.
Sin embargo, una vez rechazada la unión con los constitucionalistas y decidido el número de miembros de cada partido que integraba la candidatura, ésta quedó completa el mismo día que la candidatura monárquica.
En primer lugar, el Gobierno amplió el censo electoral, rebajando la edad de votar a los 23 años, y en segundo término, por medio de un decreto, introdujo modificaciones en la Ley Electoral, que implicaron claras ventajas para las coaliciones.
Pero, pese a esas primeras intenciones de unidad, surgieron tantos problemas para lograr la candidatura de Conjunción, que terminaron concurriendo tres grupos republicanos: Conjunción, Radical y Derecha Liberal Republicana.
En junio de 1931, la relación entre la religión y el conservadurismo social se reflejó en la exposición que hizo el canónigo Lauro Fernández del programa de la Agrupación Regional Independiente, que tenía por lema Orden, propiedad, familia y religión.
En junio de 1931 la fuerza mayoritaria fue la Conjunción Republicano-Socialista tanto en la provincia como en la capital, pero la Agrupación Regional Independiente obtuvo los escaños de las minorías, lo que constituyó un auténtico éxito, teniendo en cuenta las condiciones en que la derecha concurrió a los comicios.
Los dos escaños que correspondían a las minorías fueron conquistados por el Partido Socialista de Cantabria.
La mayor discordancia con los resultados nacionales se produjo en 1936, ya que en Cantabria triunfó la derecha y no, como en la mayoría del resto de provincias de España, el Frente Popular (en Santander, en Torrelavega y en Reinosa venció este último).
Se nombra presidente de la misma a Ramón Ruiz Rebollo y vicepresidente a Gabino Teira, formando parte de la misma los vocales señores Ringelke, Vayas, Fernández Bueras, Vega, Ballesteros, Puente Borbolla y Alonso Pellón.
Durante el año 1932 la Comisión Gestora sigue estudiando la posibilidad de un Estatuto Regional.
Durante el año 1935, bajo la presidencia de Gabino Teira, se activan las obras del nuevo palacio provincial, que a finales del año se encuentra muy avanzado en su construcción.