En 1790, en el frente político, la situación interna de Polonia se había deteriorado poniendo al país en tal situación de indefensión que se vio obligado con éxito en una alianza contra natura y mortal en definitiva con su enemigo, Prusia.
Aprovechando la guerra de la Primera Coalición contra Francia, las fuerzas rusas invadieron a Polonia-Lituania en 1792.
[2][3] Abandonados por Prusia, las fuerzas polacas constitucionalistas, se enfrentaron a unidades de Targowica y al ejército regular ruso, fueron derrotadas.
[2][3][4][5] Federico Guillermo II de Prusia, sin embargo, vio los acontecimientos como una oportunidad para fortalecer su país y anexarse más territorios polacos.
Rusia pronto decidió aceptar la oferta de Prusia para evitar un nuevo conflicto internacional y para ganar un aliado en sus planes contra Polonia.
[2][3] Los reformistas, por otro lado, se atrae a un mayor apoyo, y en 1794 comenzó la Insurrección de Kościuszko.