La tradición recoge dos hechos que determinaron la construcción del templo.
A su paso por la Fuente Santa, bebió su agua y le pidió ayuda a la Virgen, curándose tres días después.
En señal de gratitud, donó el carro y los bueyes.
Al difundirse la noticia, la fuente comenzó a atraer devotos en busca de curación, lo que trajo consigo también un aumento de las donaciones.
En 1885, gracias a la financiación de un gallego enriquecido en América, se construyó una segunda torre simétrica a la que ya tenía el templo desde 1743, siendo ese el aspecto del edificio hasta la actualidad.