Santiago Mora

Desarrolló su tarea pastoral en las parroquias Sagrado Corazón y San Ignacio de Loyola.

[2]​ En 1982, al iniciarse la Guerra de Malvinas, el Padre Mora se ofreció como voluntario.

En plena ceremonia religiosa, cuatro aviones Sea Harrier comenzaron a bombardear la zona.

El caos y la desesperación se apoderó del lugar.

Recorría diariamente las distintas posiciones y conocía los nombres de todos.

Siempre andaba con una bolsa de rancho, cruzada al cuerpo donde llevaba cartas, cigarrillos, rosarios y biblias que repartía entre los soldados”[1]​Según distintos relatos, a pedido del Teniente Roberto Estévez, intercedió ante el jefe de la Guarnición Darwin para sus sección participe en un contraataque el 28 de mayo en horas de la noche al norte del dispositivo.

Allí propuso al padre Mora para que se le otorgue una distinción por su destacable acción religiosa durante la guerra.

El subteniente pidió enterrar a los muertos con los honores correspondientes y con un responso religioso que sería oficiado por Mora frente a la tumba provisoria de los caídos.

[1]​ En 1998 acompañó a los expedicionarios sanmartinianos de Rosario (provincia de Santa Fe) hasta el Cristo Redentor en Mendoza, siguiendo la ruta del General Las Heras.

Santiago Mora fue caracterizado como culto; sumamente austero; emprendedor y ejemplar; poseedor de un carácter agustino, muy creyente del infierno como un castigo; disgustados de cosas públicas; hábil para brindar sermones sencillos y de lenguaje afable.

[1]​ De comportamiento auténtico, tenía una voz serena pero su palabra era profunda.

[1]​ El entonces subteniente Peluffo, con quién compartió la guerra, lo describió como “Un tano[Nota 1]​ de primera, muy querido, un capellán de guerra y cura de combate al que vamos a extrañar siempre, hasta la eternidad, donde ya nos volveremos a encontrar”.

[1]​ Actualmente (2022), concurren a la escuela “María Rosa Mística”, fundada por el padre Mora, unos 200 alumnos.