El nuevo jefe de Estado difundió información según la cual Abacha era un traidor y había saqueado el tesoro público.
Beneficiarias de un sistema donde la multinacional Shell tenía la parte del león, algunas amasaron así fortunas considerables.
La situación se convierte en causa internacional, hasta el punto de que el número uno mundial del petróleo debe interrumpir su producción.
Para reiniciarla, el gobierno del general Sani Abacha pone en marcha una represión asesina.
Dos años después, Ken Saro-Wiwa y ocho militantes ogonis serían ejecutados, a pesar de las protestas internacionales.