A mediados del siglo XX el Patronato Nacional Antituberculoso construyó a lo largo de la geografía española varios sanatorios aislados de los núcleos urbanos para tratar algunas de las graves pandemias que estaban asolando a la población civil; como la tuberculosis, la lepra, la polio, la fibrosis y el cáncer de pulmón.
Cuando se consideró que estos enfermos debían continuar su tratamiento de forma domiciliaria, el hospital se cerró y cayó en el abandono.
La construcción, siguiendo el patrón de la arquitectura sanitaria de la época, se dispuso en dos grandes alas principales con algunos edificios anexos y los sótanos.
Además, se comprobó que a partir de 1200 m sobre el nivel del mar los casos de tuberculosis descendían drásticamente.
La peculiaridad de esta construcción son sus grandes ventanales.