Sebastián de Milán

Nació en Narbona (entonces parte del imperio romano, actualmente Francia) en el año 255, pero se educó en Milán.Los soldados del emperador lo llevaron al estadio, lo desnudaron, lo ataron a un poste y lanzaron sobre él una lluvia de flechas, dándolo por muerto.[3]​ Sin embargo, sus amigos se acercaron y, al verlo todavía con vida, lo llevaron a casa de una noble cristiana romana, Santa Irene —viuda del funcionario mártir San Cástulo—, que lo mantuvo escondido y le curó las heridas, hasta que quedó restablecido.Se presentó ante un emperador desconcertado, ya que lo daba por muerto, y le reprochó enérgicamente su conducta por perseguir a los cristianos.Maximiano mandó que lo azotaran hasta morir,[4]​[5]​ y los soldados cumplieron esta vez la misión sin errores, tirando su cuerpo en un lodazal.Los cristianos lo recogieron y lo enterraron en la Vía Apia, en la célebre catacumba que lleva el nombre de San Sebastián.Desde el siglo XV los artistas han preferido presentarlo desnudo, joven e imberbe, con las manos atadas al tronco de un árbol que tiene detrás y ofreciendo su torso a las saetas del verdugo.[6]​ En 1976, el cineasta británico Derek Jarman recreó la vida y martirio del santo en la película Sebastiane.[7]​[8]​ Al menos desde el siglo XIX, la figura de San Sebastián ha sido venerada por personas pertenecientes a minorías sexuales.[cita requerida] Escritores homosexuales como Oscar Wilde, Marcel Proust o Yukio Mishima escribieron sobre su vida y martirio, identificándose con su estatus paria.
Martirio de San Sebastián pintado en Múnich.
Martirio de San Sebastián pintado por Sebastián Muñoz en 1687.