Se convirtió en un centro importante de las rutas comerciales con el África subsahariana y Oriente Próximo que estaban surgiendo por entonces.
Ibn as-Saghir también describió al imán como un notable asceta que reparaba su propia casa y rechazaba los regalos.
Aunque los rostomitas se enfrentaron a los aglabíes de Ifriqiya (cuya capital era Kairuán) en el 812, en general mantuvieron la paz con estos.
Esta situación disgustaba a las tribus ibadíes de la frontera aglabí, que se rebelaron en diversas ocasiones.
Después de Abdu l-Wahhab, los rostomitas se debilitaron militarmente y fueron conquistados fácilmente por los chiíes fatimíes en el 909.