Luego gira el tambor al azar, cerrándolo rápidamente de modo que ninguno de los jugadores pueda ver en qué recámara se encuentran los cartuchos.
En este, un sargento del ejército ruso en la Legión Extranjera Francesa le cuenta al narrador: «Feldheim... ¿Alguna vez has oído hablar de la ruleta rusa?».
No está del todo claro si los oficiales jugaban a la ruleta rusa en la época zarista.
Si el juego se originó en la vida real y no en la ficción, es poco probable saberlo con certeza hoy en día.
La única referencia a algo parecido a la ruleta rusa en la literatura rusa figura en un libro titulado Un héroe de nuestro tiempo, escrito por Mijaíl Lérmontov (1840, traducido por Vladimir Nabokov en 1958), en el que un acto similar es llevado a cabo por un soldado serbio en el relato El fatalista.