Los que practicaban la rubrication, llamados «rubricadores», eran amanuenses especializados que recibían un texto del autor original del manuscrito y lo enriquecían de textos adicionales con tinta roja para darlo más intensidad.
En los libros litúrgicos como los misales, el rojo podía también ser utilizado para indicar las acciones a realizar por el oficiante, introduciendo un texto escrito en negro.
[1] Las fiestas importantes de los calendarios litúrgicos eran también a menudo «rubricados».
[3] Este tipo particular de rubricación es para cotejar la letra historiada, donde la tinta roja es utilizada para estilizar un carácter inicial con los bucles y las espirales artísticas.
Este doble rol tiene su importancia, porque las anotaciones de un amanuense al rubricador pueden estar utilizadas, por los especialistas de la codicología, para establecer la historia, la procedencia, y la genealogía del manuscrito.