Es la última romería madrileña campestre del año (la primera es la de San Blas).
A comienzos del siglo XVII los alrededores de El Pardo eran un terreno vedado al que sólo podía acceder la Corte.
Según narra la leyenda popular el rey Felipe IV cuando paseaba por los terrenos se encontró con una persona que recogía bellotas del suelo.
La romería no se pudo celebrar durante la guerra civil al ser parte del frente de combate.
La romería tenía un intenso sabor popular que quedó reflejado en jotas diversas.