A espaldas del Palacio de Riquelme, su fama se debe a las diferentes leyendas medievales que sobre él se transmiten, y debido a su carácter, haber servido de inspiración para la sinfonía del mismo nombre escrita por el compositor German Álvarez Beigbeder.
Las diferentes alteraciones urbanísticas hicieron que Rincón Malillo fuera poblado por cascos de bodega.
Para paliar sus miedos y calmar su remordimiento, en su casa y en dirección al Rincón Malillo, mandó poner una cruz de hierro forjado en una hornacina en piedra.
Cuentan que desde entonces pasó horas encerrado en su casa y comenzó a ser conocido por los vecinos como El Enjaulado.
Tras su muerte, muchos años después, la herida de aquella noche seguía sin cicatrizar.