[1][a][2] Su uso para llevar el pañuelo u otros pequeños objetos, como sales aromáticas o polveras, prácticamente se ha perdido.
Desde tiempos medievales y hasta la época rococó, las mujeres de todas las clases sociales solían llevar a modo de bolsillo para útiles pequeños unas bolsas planas atadas a la cintura debajo del vestido o falda, sobre las enaguas y refajos, denominada faltriquera.
Pero entre las mujeres acomodadas, su uso desapareció hacia 1795 con la introducción de la moda estilo directorio que imitaba el atuendo grecorromano con prendas finas que caían rectas y ceñidas altas, justo bajo el pecho.
Acabaron teniendo formas y estilos variados, adornadas con diversos abalorios, pues en muchas ocasiones, eran confeccionados por sus propias dueñas.
Al principio generó controversia, pues era visto como poco femenino, pero finalmente la practicidad se impuso, al ser más grande y con varios compartimentos interiores, sustituyendo en la vida cotidiana al ridículo en los últimos años del siglo XIX, aunque este todavía se emplea a manera de adorno con algunos vestidos de novia o de noche.