Rey del mar

Un rey del mar (nórdico antiguo: sækonungr) era el calificativo que recibía un caudillo vikingo que se dedicaba habitualmente a expediciones e incursiones con el fin de obtener grandes botines y tributos danegeld a cambio de no devastar los territorios donde desembarcaba.

Su medio de transporte era por mar, usando los drakkar, las famosas naves que dieron fama a su condición mercenaria y pirata, que podían albergar una media de treinta hombres y en ocasiones actuaron en conjunto varias de ellas organizándose en enormes flotas que causaron el pánico en Europa durante siglos.

[1]​ No existe un perfil concreto de un rey del mar ya que las expediciones eran práctica habitual y periódica en la era vikinga.

Las sagas nórdicas hablan de hombres sin techo conocido que llegaron a ser poderosos, devastando los territorios que subyugaban y convirtiéndose en reyes de facto.

Ambos casos son, no obstante, historias sin un final feliz ya que la forma de obtener el poder no presagiaba ni favorecía el favor popular.