Retrato del infante Don Carlos
En cuanto a la fecha de su ejecución Hernández Perera sugirió el año 1628, por la joya que luce el infante que podría ser la cadena de oro que con ocasión de su veintiún aniversario le regaló su hermana la infanta María.El estudio técnico realizado en el Museo del Prado apunta en cambio a una fecha más cercana a 1626, aproximándolo al retrato subyacente del Felipe IV conservado en el mismo museo, tal como ya había propuesto Enriqueta Harris.Destacan las manos del infante, la derecha sosteniendo displicentemente un guante por un dedil mientras que la izquierda, enguantada, sostiene el sombrero de fieltro negro.[2] Personaje oscuro, enfrentado a Olivares, Velázquez hace del infante un galán pulcro aunque quizá algo indolente, elegante en el vestido negro trenzado en plata y en la pose, aparentemente espontánea —en el detalle del guante que coge distraídamente con la mano diestra— pero plena de majestad, capaz de sostener su elevada posición con su sola presencia sin necesidad de rodearlo del aparato emblemático del poder para ensalzarlo.Al situarlo en un espacio vacío, silueteando la figura sobre un fondo de gris penumbra en el que sólo una línea marca el límite entre la pared y el suelo, que ni siquiera se continúa entre las piernas del retratado habiéndola borrado voluntariamente, según pone de relieve la radiografía, Velázquez está anticipando soluciones que aplicará en algunos de sus más célebres retratos y alcanzará su máxima consecuencia en el del bufón Pablo de Valladolid.