María viste un traje de terciopelo italiano y un sobretodo que en origen tenía un color morado, pero que con el tiempo ha virado a un tono más marrón por una oxidación del pigmento azul.
La reina luce valiosas joyas, entre las que destaca un gran broche sobre su pecho, conformado por un diamante cuadrado y una perla en forma de lágrima.
Se suponía que estas gemas habían sido regaladas a la reina por su nuevo esposo Felipe II, y que eran El Estanque y la Perla Peregrina, piezas célebres del joyero de la casa real española; pero últimas investigaciones lo desmienten.
La Perla Peregrina fue adquirida por Felipe II mucho después de morir María Tudor, y además hay documentación de los monarcas ingleses que atestigua que el diamante y la perla lucidos en este retrato pertenecían a los Tudor desde mucho antes.
En el momento de su retirada a Yuste el emperador se llevó el cuadro consigo, señal del aprecio que le tenía.