Su director fue Rafael Dieste,[1] y estuvo en funcionamiento recorriendo pueblos y aldeas de España entre 1933 y 1936, año en que todo el proyecto se vio desbaratado por la sublevación militar que provocó la Guerra Civil española.
[2] El Retablo de Fantoches fue la alternativa funcional, sencilla y popular, que sustituyó al "Teatro de las Misiones" allí donde los montajes escénicos no podían llegar.
[2][b] El segundo guiñol se representó en León, para el que, al tratarse de una capital, se pudo disponer de mejores materiales y más tiempo de preparación.
Para las marionetas se usaron papel, pasta, yeso y cola, y en pocos días dispusieron de dieciocho cabezas.
Más tarde y con la ayuda de una costurera y un carpintero se puso en marcha un retablo casi estable que recorrió pueblos leoneses y castellanos.