Resurreccionistas en el Reino Unido

Entre 1506 y 1752, sólo se disponía de unos cuantos cadáveres al año para la investigación anatómica.

Por lo tanto, los resurreccionistas operaban en una especie de área gris o laguna jurídica.

Entre las medidas que se tomaron para detenerlos figuraba el aumento de la seguridad en los cementerios.

[14]​ Durante el siglo XVIII se establecieron en Gran Bretaña varios hospitales y centros de enseñanza importantes.

Sin embargo, debido a que había muy pocos cadáveres disponibles de manera legal para realizar disecciones, estas instituciones experimentaron graves dificultades.

En 1694, Edimburgo les permitió a los anatomistas diseccionar cadáveres que hubieran sido:

Las multitudes, impulsadas por el resentimiento ante la facilidad con que se aplicaba la pena de muerte y movidas por creencias supersticiosas, a veces buscaban que las autoridades no tuvieran acceso a los cadáveres de los delincuentes ejecutados.

Es probable que Leonardo da Vinci, polímata del siglo XV, haya diseccionado en secreto unos 30 cadáveres, aunque se desconoce su procedencia.

[22]​[g]​ En Gran Bretaña, la práctica parece haber sido habitual a principios del siglo XVII.

[36]​ Los precios también variaban en función del tipo de cadáver que estuviera a la venta.

La historiadora Ruth Richardson sugiere que, a nivel nacional, se robaban varios miles de cadáveres al año.

Sin embargo, por lo general, las autoridades trataban la práctica como un secreto a voces y la ignoraban.

En una época en que los ladrones eran deportados regularmente por robo, dos de los ladrones de cadáveres fueron puestos en libertad y el tercero, enviado a Londres para ser juzgado, fue encarcelado por sólo seis meses.

A continuación, despojaban al cadáver de sus ropas, lo ataban y lo metían en un saco.

Los potenciales ladrones de cadáveres se retiraron, pero regresaron varias horas después con más hombres.

[53]​ En su mejor época, la banda London Borough Gang,[l]​ que operó entre 1802 y 1825, estuvo compuesta por al menos seis hombres.

La escuela llamó a la policía pero luego, preocupada por la publicidad negativa, pagó la fianza de sus atacantes y entabló negociaciones.

La gente menos adinerada disponía de ataúdes dobles que se enterraban en fosas profundas ubicadas en terrenos privados.

En ocasiones, los cadáveres se aseguraban dentro de sus ataúdes mediante correas de hierro, mientras que otros diseños utilizaban tornillos especiales para reforzar las bandas metálicas colocadas alrededor del ataúd.

Tal como observó un escritor del siglo XX, es probable que un ataúd vacío hallado bajo un féretro enterrado en el pueblo de Aberlour, en Escocia, haya sido «abierto durante la noche siguiente al funeral y vuelto a cerrar con cuidado, de modo que la alteración del suelo había pasado desapercibida o se había atribuido al enterramiento original».

[63]​ En ocasiones, los resurreccionistas les pagaban a algunas mujeres para que se hicieran pasar por familiares afligidas y así poder reclamar un cadáver de un hospicio.

Algunas parroquias no se esforzaban mucho por detener esta práctica, ya que les ayudaba a reducir sus gastos funerarios.

Sin embargo, este método conllevaba sus propios riesgos, ya que los cadáveres a menudo se exhibían públicamente antes de ser enterrados.

En 1831, el periódico The Times informaba que «un grupo de resurreccionistas» había irrumpido en una residencia en Bow Lane y se había llevado el cadáver de una mujer anciana, a la que «estaban velando sus amigos y vecinos».

Una creencia popular decía que los anatomistas sólo se interesaban por la disección como meros ejecutores de la ley, una relación que establecieron por primera vez los reyes Jacobo IV y Enrique VIII.

Los familiares de un hombre ejecutado en 1820 mataron a un anatomista y le dispararon a otro en el rostro,[75]​[76]​ mientras que en 1831, tras el descubrimiento de carne humana enterrada y tres cuerpos diseccionados, una turba incendió un anfiteatro anatómico en Aberdeen.

Andrew Moir, propietario del anfiteatro, escapó por una ventana, mientras que dos de sus estudiantes fueron perseguidos por las calles.

En una ocasión, el anatomista inglés Joshua Brookes admitió que había tirado un cadáver en un saco a patadas por un tramo de escaleras,[81]​ mientras que el médico escocés Robert Christison se quejó de la «escandalosa indecencia sin ningún calificativo de ingenio» demostrada por un conferencista que diseccionaba a una mujer.

[85]​[p]​ La comisión les tomó declaración a 40 testigos: 25 miembros de la profesión médica, 12 funcionarios públicos y 3 resurreccionistas, quienes permanecieron en el anonimato.

Aunque Burke y Hare nunca robaron tumbas, su caso ocasionó que, en la opinión pública, los resurreccionistas pasaran de ser vistos como profanadores a asesinos en potencia.

Resurrectionists (1847), obra de Hablot Knight Browne . Esta ilustración acompaña un relato acerca de John Holmes y Peter Williams que, por desenterrar cadáveres en 1777, fueron azotados públicamente desde Holborn hasta St. Giles (Londres). [ 1 ]
Henry VIII and the Barber Surgeons (1543), por Hans Holbein el Joven . La investigación anatómica con cadáveres humanos se legalizó en Inglaterra en 1540. [ 7 ]
Resurrection Men , por Thomas Rowlandson . Mientras les observa un esqueleto, dos ladrones de cuerpos introducen un cadáver exhumado en un saco.
The Anatomist Overtaken by the Watch (1773), por el caricaturista William Austin. La caricatura ilustra al cirujano y anatomista escocés John Hunter cuando escapaba de dos vigilantes . [ 46 ]
Una estructura funeraria de seguridad en Banchory-Devenick, Escocia
The Reward of Cruelty (1751), por William Hogarth . Un delincuente es diseccionado por cirujanos. La imagen contiene varias referencias a supersticiones populares acerca del cadáver humano y el tratamiento que le daba la ley inglesa. [ 70 ]
Retrato de Henry Warburton (1833), por el pintor inglés George Hayter. El parlamentario Warburton fue el autor del informe de la Comisión Especial de Anatomía de 1828 y también presentó dos proyectos de ley al Parlamento, el segundo de los cuales se convirtió en la Ley de Anatomía de 1832. [ 84 ]