Los urartianos contactaban con las divinidades del panteón a través de sacrificios rituales.
[2] Un rasgo característico de la religión urartiana era su relativa tolerancia religiosa[3] debida a la estructura multinacional del reino.
Único en este sentido es el texto redactado durante el reinado de Ishpuini y grabado en la roca próxima al Toprak-kale, en el Portal del Dios que más tarde sería conocida como Puerta de Mjer.
Al día de hoy no se han encontrado textos mitológicos, oraciones o conjuros mágicos urartianos.
Boris Piotrovski consideraba que la religión hurrita había transmitido numerosos elementos a la religión urartiana,[12] al tiempo que Ígor Dyákonov acotaba esta influencia a la relación existente entre el dios hurrita Teshub y el urartiano Teysheba y señalaba que en lo demás los panteones hurrita y urartiano eran completamente diferentes, pese a la proximidad lingüística de esos pueblos.
La edad de oro de la religión urartiana termina en el año 714 a. C. cuando el rey asirio Sargón II, tras una prolongada campaña militar, derrota al ejército urartiano comandado por el rey Rusa I y, tras una inesperada maniobra, toma y saquea Musasir, la ciudad sagrada del dios Jaldi.
[17] La estructura del panteón urartiano está principalmente relacionada con las religiones mesopotámicas, en parte por mediación de Asiria y en parte por la de los hurritas, siendo tan solo el dios supremo sustituido por uno originariamente urartiano: Jaldi.
Los ritos religiosos que se conocen, inclusive los sacrificios rituales, también tenían raíces mesopotámicas.
Las tres divinidades masculinas supremas formaban una tríada, situación recurrente en las religiones de Oriente Próximo.
El dios supremo Jaldi era, sin duda, la principal fuerza que les respaldaba en los combates.
[21] La etimología de la palabra "Jaldi" no está todavía del todo clara.
[23][33] Sin embargo, los últimos estudios de lenguas hurrito-urartianas no han podido despejar las dudas en torno a esta hipótesis.
Su esposa era considerada la diosa Juba y se le representaba de pie sobre un toro o, con menor frecuencia, sobre un león.
Resulta interesante la divinidad lunar urartiana Shelardi, equivalente del mesopotámico Sin.
Algunos investigadores han intentado encontrar una relación entre Shebitu y la diosa babilonia Sabitu[38] pero, al resultar que en la lista de Ishpuini los dioses estaban ordenados por género y los masculinos figuraban en primer lugar, esta equiparación perdió consistencia.
Entre tales cabe contar el árbol de la vida, la serpiente, los grifos y el disco alado.
[39] Muchos sellos contienen la imagen del árbol de la vida en combinación con símbolos astrales (estrellas, media luna).
[29] En Urartu estaba ampliamente extendido el símbolo del disco alado cuyas representaciones se han encontrado también en Mesopotamia, el Antiguo Egipto y el reino hitita.
En Urartu el disco alado normalmente representaba al dios del Sol Shivini, si bien también se puede observar en otros contextos mitológicos.
Las representaciones del disco alado en Urartu estaban con frecuencia relativamente estilizadas y no contenían tantos detalles como las imágenes egipcias o mesopotámicas.
Las ceremonias tenían lugar tanto al aire libre como en el interior de los correspondientes templos.
De acuerdo con el canon elaborado en tiempos del rey Ishpuini a los dioses se sacrificaban toros, vacas y ovejas.
Así, se podía dar la incineración y el enterramiento común en un mismo cementerio.
[3] La religión oficial consagrada por el rey Ishpuini coexistió con creencias locales de las regiones conquistadas a medida que el reino se iba desarrollando y ensanchando sus fronteras.
Así, Arguishti I mandó construir en Erebuni un templo en honor a la divinidad hitita-luvita Immarshia (Ivarsha) para los colonos del país de Hatti.
Así, el principal símbolo del zoroastrismo devino el disco alado o faravahar.
[62] La ulterior conquista por los Aqueménidas del Altiplano Armenio, el antiguo territorio de Urartu, hizo que algunos elementos urartianos se mantuvieran entre los armenios que habitaban ese territorio organizados en un modo de producción comunitario-tribal y dedicados principalmente a la agricultura.
[63][64] Como consecuencia de estas transformaciones se extendió entre los armenios del período precristiano el zoroastrismo, al tiempo que determinados argumentos mitológicos y lugares sagrados conservaron su carácter sacro, aunque fuera de forma modificada.