En las montañas o cordilleras de plegamiento puede observarse la formación de anticlinales, que son las partes más elevadas del plegamiento y sinclinales, que son las partes cóncavas o más deprimidas.
Los anticlinales son atacados desde el primer momento por la erosión al quedar más elevados y fracturados por el mismo levantamiento.
En cambio, en los sinclinales suelen depositarse sedimentos procedentes de las partes más elevadas del relieve, con lo que estos sedimentos vienen a constituir una capa protectora que retarda el proceso de erosión.
Suelen tener los bordes más elevados en forma de cuestas [1] con paredes casi verticales, cortadas nítidamente por la erosión regresiva y que dejan en el centro un relieve de mesetas cóncavas y elevadas debido al vaciado de los anticlinales que se encontraban originalmente a mayor altura entre los actuales tepuyes.
Los bloques que forman las fallas pueden desplazarse bruscamente entre sí durante los terremotos pero, por lo general, su movimiento relativo suele ser más lento y progresivo.