Estaban divididos en clanes y el término Maravi acabó designando una localización geográfica, no una etnia.
[3] Aunque cada reino fue independiente política y económicamente, sus sistemas estaban fundamentados en un culto análogo que puede catalogarse dentro de la Edad del Hierro africana.
En torno a estos lugares sagrados se formaron jerarquías que después tomaron función política.
Durante los siglos XIV y XV esta organización devino en una realeza, la cual estableció sus propios cultos, donde el fuego era un elemento muy importante, especialmente en el rito de acceso a la pubertad.
Cada nuevo gobernante tenía su propio altar, y éstos competían entre sí, dando lugar a diversos reinos.