La Noruega de la era vikinga estuvo dividida en pequeños reinos independientes gobernados por caudillos que gobernaban los territorios, competían por la supremacía en el mar e influencia política, y buscaban alianzas o el control sobre otras familias reales, bien de forma voluntaria o forzadas.
Estas circunstancias provocaron periodos turbulentos y vidas heroicas como se recoge en la saga Heimskringla del escaldo islandés Snorri Sturluson en el siglo XIII.
En aquel entonces el territorio del reino comprendía también el norte y oeste de Orkdalen, Sør-Trøndelag.
[2] Los jarls de Møre fueron muy poderosos e influyentes, sus descendientes gobernaron las Orcadas casi ininterrumpidamente desde el siglo X hasta el siglo XIII.
Tras la introducción del cristianismo, Nordmøre, junto a Trøndelag, Romsdal y todo el norte de Noruega, estaba bajo la responsabilidad del arzobispo de Trondheim y todas las provincias directamente bajo la autoridad del Papa.