La Noruega de la era vikinga estuvo dividida en pequeños reinos independientes gobernados por caudillos que gobernaban los territorios, competían por la supremacía en el mar e influencia política, y buscaban alianzas o el control sobre otras familias reales, bien de forma voluntaria o forzadas.
Estas circunstancias provocaron periodos turbulentos y vidas heroicas como se recoge en la saga Heimskringla del escaldo islandés Snorri Sturluson en el siglo XIII.
Gudbrandsdalen se menciona ampliamente en Heimskringla, la cita más popular es la conversión del rey Dale-Gudbrand al cristianismo por Olaf II el Santo.
[2] La capital del reino era Hundorp (nórdico antiguo: Hundþorp), un importante enclave político y religioso.
[3] El primer elemento hundr significa «grande, rico, poderoso» y el segundo elemento þorp significa «granja», lo que se interpreta como el hecho de que fue el lugar donde se localizaba el hásæti, sitial del rey.