Departamento de Huancavelica

Durante 50 años la Confederación Chanca impidió el avance y penetración Inca en la zona, pero finalmente fue sometida por el inca Pachacútec, quien la conquista e integra al dominio del Chinchaysuyo, de importancia estratégica por su ubicación geográfica, ya que era el punto de avanzada para la conquista del norte.

La presencia e influencia Inca en la zona, así como su importancia dentro del imperio quechua, se registra no sólo en los elementos culturales, sino también en los vestigios arqueológicos subsistentes en la región.

La ruta establecida era Cusco, Jauja, y de esta última se seguía hasta Cajamarca.

La reforma agraria que impulsó el gobierno de Juan Velasco Alvarado no dio los resultados esperados por diferentes factores.

A este doloroso hecho, cuyas secuelas aún no han sido superadas, se suma la catástrofe de la naturaleza (terremoto) que asoló principalmente las provincias y distritos de su vertiente occidental (Cuenca del Pacífico).

Su belleza natural y sus recursos energéticos lo convierten en una región de gran potencial para su desarrollo.

El campesino es eminentemente migrante; los peones llegan cuando hay trabajo y se marchan a otras regiones cuando escasea la labor.

Cuenta con las centrales hidroeléctricas Santiago Antúnez de Mayolo y Restitución; ambas aprovechan las aguas del río Mantaro.

Estas centrales forman parte del Sistema Interconectado Centro Norte, que suministra energía eléctrica a once regiones: Huánuco, Pasco, Junín, Huancavelica, Ayacucho, Lima, Áncash, La Libertad, Lambayeque, Cajamarca y Piura.

En esta ciudad termina el Ferrocarril Huancayo-Huancavelica también conocido como "El Tren Macho" ya que, el mal estado de las locomotoras causaba recurrentes retrasos.

Se le dio el apodo de macho porque, según el decir popular, este tren "sale cuando quiere y llega cuando puede".

Por muchos años las autoridades peruanas ligadas al turismo no han considerado a Huancavelica como una zona atractiva para los visitantes.

Terminada la entrevista los tres embajadores continúan pronunciando discursos en las esquinas simulando el trayecto a Belén.

Este clan, el día central o de la Procesión del Niño Perdido, rinden en cada esquina que descansa el anda, hermosos salmos o discursos, escritos por poetas huancavelicanos, tradicionistas huancavelicanos; concluida la procesión los negros bailan el atipanacuy que se reproduce en movimientos con el taco, esta baile dura varias horas, luego del cual salen danzando por calles y plazas; para el último día entre llantos y ataques de “María Rosa” realizan la despedida; con caña al hombro y tonada especial interpretada por los músicos; se irán bailando por las calles de Huancavelica.

La ciudad permanece quieta y tranquila viviendo, intensamente, el sobrecogedor drama del Calvario.

En este evento participa la población en general día tras día, por el espacio de seis días, donde la parte jocosa y resaltante lo hacen los aficionados que animados por unas copas de licor desafían a los toros y a la muerte; utilizando como capa prendas de vestir como chalinas, chompas o ponchos, quienes muchas veces son cogidos por el toro.

Ya es costumbre de la gente del pueblo decir que fue una "buena corrida" cuando hubo muertos o heridos.

Las mujeres descienden llorando y musitando las siguientes palabras “ahora nos encontramos solos, huérfanos por haber dejado nuestro Dios”.

Llegado al lugar donde se hallara el material deseado; en medio de cánticos y trago; el árbol es cortado.

El sudor de los mozos es secado por las muchachas, quienes están atentas en recoger cualquier prenda que se caiga.

La compañía de las pasñas les infunde más valor y aliento a los varones que rápidamente avanzan con su pesada carga.

Las celebraciones se inician unos días antes, con las “novenas” en la iglesia del barrio de Pueblo Viejo.

Es practicado por los jóvenes campesinos de ambos sexos cuando las gavillas ya han sido secadas y apilonadas en la eras.

Continúa el huaylas trilla en medio de la alegría general, sobre todo entusiasmado por el trago y la coquita dulce.

Las “pasñas” giran en torno a la “era”, mientras que los mozos rítmicamente siguen zapateando sobre las gavillas del trigo.

Es hora de tomar aliento, para proseguir con los diferentes juegos como: “el león y el zorro”, “el sacha tiray” (extraer el árbol), “la paka paka” (las escondidas), la corrida de toros, luego el trompeo o “champa tikray”, dando fin a la madrugada con el “SAWANAKUY - KULLKUY”, que no es sino cargar con la chalina a las muchachas con rumbos desconocidos.

Llamados entonces “supaypa wawan” que significa “hijo del diablo”, se refugiaron en las alturas más inhóspitas.

Como los españoles no lograron borrar la cosmovisión y mitología andina, aceptaron integrarlos a su sociedad con la condición de que danzaran en honor al dios occidental; es decir, que participaran en los rituales de Religión Católica, con el cual someterían a los pueblos.

En la época colonial empezaron a imitar los brillantes uniformes militares, con ciertos cambios de acuerdo al gusto personal.

Así, los bordados con hilos metálicos fueron poco a poco representando los seudónimos de los danzantes y figuras de la naturaleza que aparecen en los trajes actuales, integrados por plumajes, sombreros, peluca, pechera, camiseta, casaca, faja, pantalón, mangas, medias, plantillas o zapatillas, pañuelos, guantes, y por supuesto tijeras.

Uchkus–Inkañan.
Catedral de Huancavelica.
Mapa de Huancavelica en 1865
División administrativa y límites del departamento de Huancavelica.
Crianza de ovinos.
Vista de la ciudad de Pampas en la provincia de Tayacaja.
La catedral de Huancavelica.
Carnaval
Danzantes de tijeras en un baile regional.