La primera opción permite una respuesta más rápida del sistema ante transitorios y la segunda una mejor mezcla de los gases de escape con el aire fresco.
En la actualidad existen motores que incluyen ambas opciones.
Su funcionamiento es relativamente sencillo, ya que a través de una electroválvula controlada por la unidad electrónica del motor se abre o cierra la EGR dependiendo del nivel de revoluciones, la temperatura o la posición del pedal acelerador.
Una vez la ECU (Electronic Control Unit) o unidad de control del motor abre el paso de vacío hacia la EGR y actúa sobre la electroválvula que permite esta acción, se genera la succión necesaria para accionar el muelle interior y levantar la válvula.
Además, para mejorar el control, algunos modelos incorporan también un potenciómetro o captador de temperatura y otros, combinan la válvula electrónica y la EGR en una sola pieza, lo que se conoce como convertidor de EGR.
Este sistema, incorpora a la válvula un radiador que sirve para refrigerar los gases de combustión y permite una mayor recirculación.
Así pues, mientras el termostato está cerrado debido a la baja temperatura del motor, el radiador es alimentado por el mismo líquido refrigerante que se ubica en el radiador del motor, lo que permite reducir aún más la temperatura de los gases de escape y, por tanto, genera una cantidad inferior de NOx evitando que se acumule carbonilla y los posibles fallos electrónicos.