La lucha armada obstaculizó el envío de recursos económicos y militares a Veracruz, cuando las fuerzas estadounidenses entraron en México.
Cuando Gómez Farías quiso movilizar la Guardia Nacional a Veracruz para que fuera defendida la plaza contra los estadounidenses, los batallones Independencia, Bravos, Victoria, Mina e Hidalgo, caracterizados por estar conformados por médicos, abogados,comerciantes, almacenistas y en general población acomodada a la que podría considerarse como clase aristócrata,[1] se pronunciaron con el fin de cambiar la dirección política para salvaguardar los bienes de la Iglesia, evitando así que entraran en combate.
Es entonces que los diputados moderados pidieron al general Santa Anna que interviniera en rebelión, ahora ya solo pugnando por la destitución de Gómez Farías y la derogación de las leyes contrarias a la Iglesia.
En la Ciudad de México un nuevo manifiesto cuyo único objetivo era destituir al vicepresidente por considerarlo "anticlerical", este documento fue firmado por Barragán, Jarero, Cortina, Luis Herrera y el coronel del regimiento Hidalgo José Mariano Salas.
No obstante, para ponerse de nuevo al frente del ejército, Santa Anna dejó la presidencia la cual fue asumida por el general Pedro María Anaya.