En consecuencia, y bajo el patrocinio del monarca, se crea el Real Establecimiento Litográfico.
La financiación del proyecto se realizó por medio de suscripciones.
[2] En 1830 la sede se traslada a los antiguos jardines de Tivoli en el paseo del Prado, cedidos por el monarca a José de Madrazo.
La importancia del establecimiento llevó a ser visitado por el propio Fernando VII.
De entre sus obras, destacan las colecciones siguientes: En sus inicios el Real Establecimiento contó con artistas y litógrafos franceses (Léon-Auguste Asselineau, Louis Legrand, Jean Louis Canon) o de formación francesa (Andreas Pic de Leopold, Florentino Decraene, Gaspar Sensi y Baldachi, Cayetano Palmaroli, Aquiles Parboni) que enseñaron la técnica a artistas españoles como Fernando Brambila, Carlos de Vargas, José Jorro, Fernando de la Costa o Juan Bautista Ugalde.